El tomate es una hortaliza clave en la cadena de suministro nacional, y se estima que el 90% de su producción se concentra en 10 departamentos de la región Andina, siendo Boyacá el más productivo con 100 toneladas por hectárea. Sin embargo, su productividad se ve obstaculizada por enfermedades, como el marchitamiento vascular, que causan disminuciones en su cultivo.
El marchitamiento vascular es una enfermedad fúngica causada por el hongo Fusarium oxysporum f. sp. Lycopersici, que, debido a su presencia en el suelo, es difícil de gestionar. Según un estudio de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, Udca, una vez que el suelo se infesta, el patógeno puede persistir indefinidamente.
Ante este desafío, un estudio liderado por la Universidad Nacional de Colombia, Unal, identificó una solución en ciertas bacterias aisladas de árboles de cacao silvestres en la Amazonia, que lograron reducir su impacto en hasta un 45%.
Según la Universidad Nacional de Colombia (Unal), el hongo responsable del marchitamiento vascular puede disminuir la producción de tomate en un 60%, lo que obliga a los agricultores a utilizar pesticidas con ingredientes tóxicos, con consecuencias negativas para la salud humana y el medio ambiente.
“Este hongo causa una de las enfermedades más limitantes y difíciles de controlar, ya que el microorganismo vive en el suelo, y cuando entra por las raíces invade el sistema vascular de la planta, impidiendo el flujo de agua y nutrientes”, resaltó Yeinny Carolina Pisco Ortiz, magíster en Ciencias Agrarias de la Unal, sede Medellín, en el portal de la universidad.
Cuando la enfermedad afecta a plantas adultas, se manifiestan síntomas como lesiones en forma de anillo de color café o rojizo, amarillamiento de las hojas, retraso en el crecimiento y oscurecimiento en la base del tallo. Para proporcionar una alternativa a los agricultores, Ortiz investigó si los metabolitos producidos por ciertas bacterias que residen en las raíces y hojas de los árboles de cacao silvestre en la Amazonia podrían servir como agentes antifúngicos.
“Obtuvimos 15 aislamientos de bacterias clasificadas dentro de los géneros Acinetobacter, Bacillus y Delftia, entre otros, con una alta capacidad de sintetizar los sideróforos, metabolitos estudiados por otros investigadores porque facilitan la absorción de nutrientes como el hierro y contribuyen al control de fitopatógenos por competencia de nutrientes o inducción de respuestas de defensa en la planta”, precisó la investigadora.
Ortiz investigó si los sideróforos producidos por una bacteria podían controlar una enfermedad al inducir respuestas de defensa en las plantas. Utilizaron los filtrados celulares de Acinetobacter con sideróforos en el suelo 48 horas antes de la infección por el hongo. Luego, realizaron pruebas moleculares para analizar la expresión de genes relacionados con las vías de señalización de defensa en las plantas.
Los resultados demostraron que los metabolitos estudiados redujeron la incidencia de la enfermedad en un 30%. De 100 plantas, 30 no se infectaron, y la severidad de la infección disminuyó en un 45%.
Tomado de: https://www.agronegocios.co/