Los Bioinsumos,  productos para nutrir y controlar enfermedades en los cultivos, además de ser naturales son una alternativa ante la escasez de productos químicos.

El Ministerio de Agricultura realizó su programa  El Campo Innova, transmitido por Facebook Live, un espacio creado para cerrar las brechas tecnológicas en los encadenamientos productivos, y mediante el cual se comparte conocimiento, innovación e investigación aplicada.

En esta ocasión el tema fue ‘Bioinsumos: la vía para un agro más sostenible’, desarrollado por Juliana Sarmiento, codirectora ejecutiva de la Asociación Colombiana de Bioinsumos (Asobiocol).

Juliana, es la gerente General de Biocultivos, empresa de Ibagué especializada en producir este tipo de insumos desde hace más de 10 años, siendo una de las pioneras en Colombia dentro del sector.

“Desde Asobiocol estamos fomentando la transferencia de estas tecnologías (bioinsumos) a los diferentes sectores agrícolas, con el fin de mitigar el impacto que genera el uso de pesticidas químicos. A su vez, se busca dar una alternativa a los agricultores frente a las dificultades que se presentan; la salida del mercado de algunas moléculas químicas por su alto grado toxicológico, la escasez y alto costo de los fertilizantes”, indicó Sarmiento.

¿Qué son los bioinsumos?

Son productos elaborados a base de microorganismos, macroorganismos  o extractos de plantas, los cuales permiten al agricultor nutrir o controlar enfermedades y plagas en sus cultivos de una manera más eficiente y sostenible con el medioambiente. Por ende, su utilidad tiene que ver con la mejora de la productividad de los cultivos y los suelos.

Los bioinsumos en Colombia se clasifican en dos grupos: biofertilizantes y biocontroladores. Los primeros se dividen en dos subgrupos; bioabonos (compostaje) e inoculantes biológicos utilizados para incrementar la productividad, fijar nitrógeno, solubilizar fósforo, degradar materia orgánica y promover el crecimiento vegetal.

Entretanto, los biocontroladores como su nombre lo indica son empleados para controlar plagas o enfermedades en los cultivos. También se manejan productos bioquímicos en este grupo.

Un mercado con proyección

Aunque su uso data de hace 100 años, los bioinsumos en el país solo empezaron a ser regulados hasta 2004 por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).
“Los bioinsumos no van a eliminar el componente químico, pero sí complementarán el manejo de los cultivos agrícolas para hacerlos más sostenibles y acordes a las necesidades del mercado”, explicó Juliana Sarmiento.

A nivel mundial, la participación de los pesticidas químicos en el mercado de la protección de cultivos antes del Covid-19 era del 95%, frente a un 5% de los bioinsumos agrícolas. Según la experta la proyección es que en 2030 los bioinsumos logren abarcar la mitad del negocio, lo que daría como resultado un sistema más equilibrado.

De acuerdo con el ICA, mientras en 2009 había 90 compañías registradas en Colombia como productoras y comercializadoras de bioinsumos, en 2020 la cifra ascendía a 235 con un total de 341 registros de venta disponibles en el mercado. La participación de este producto en el país es del 3% frente a los pesticidas químicos, y en un 70% son biocontroladores y el 30% restante biofertilizantes.

En este sentido, los retos de la industria para masificar la utilización de bioinsumos es la concientización de la transformación del agro, la estabilidad jurídica para las empresas, propender por la bioseguridad y calidad en la producción, generar sinergia entre las diferentes entidades, incentivar políticas públicas y la formación técnica en el área.

Beneficios de los bioinsumos

Entre los principales beneficios están; son soluciones basadas en la naturaleza, aportan a la salud humana y el planeta, son eficientes, aportan a la recuperación de los suelos y la seguridad alimentaria.

Por otra parte, los cultivos con mayor adopción de bioinsumos según su participación son los ornamentales con 24,7%, hortalizas con 16,3%, cereales con 13,2%, tubérculos, 6,84%, algodonero con 5,78% y café con 3,6%.

Fuente: El Nuevo Día
Editado por Croper.com