Hasta no hace mucho tiempo, los híbridos de maíz seleccionados por alto rendimiento de grano se utilizaron para producción de silaje, asumiendo que el rendimiento de forraje y su calidad estaban determinados por la relación grano/(tallo+hojas).

Como hemos dicho, hace bastante tiempo que se ha popularizado el concepto de máximo rendimiento de grano como factor único de elección de un híbrido para silaje. Por supuesto que el contenido de grano es fundamental, pero sólo representa en promedio, el 30-35 % del rendimiento de materia seca que provee el maíz.

El resto es aportado por la caña, las hojas, el marlo, las chalas, etc. El foco debe dirigirse a todos los componentes de la planta, y principalmente a la caña. Ésta fue la gran olvidada cuando se piensa en calidad forrajera.

Durante los procesos de mejora para grano se le asignaron dos funciones principales: acumulación de nutrientes para luego movilizarlos hacia el grano. La otra fue sostener a la espiga hasta la cosecha, minimizando el vuelco. En este último caso, como consecuencia, se incrementó el contenido de lignina, componente altamente negativo para la calidad forrajera. Existen infinidad de trabajos que muestran que los híbridos más rendidores en grano no son los que producen más leche o carne.

Muchos investigadores europeos y canadienses han cuestionado tal tendencia basados en que el silaje se produce con la planta completa y no solamente con el grano. En la actualidad se conoce perfectamente que la relación grano/(tallo+hojas) no es un carácter satisfactorio para predecir el valor alimenticio en el mejoramiento del maíz para ensilaje y el énfasis debería estar dirigido a la digestibilidad de la planta en su totalidad.

Cuando el destino es el silaje, la caña+hojas juegan un rol igual o más importante que la espiga debido a que aportan entre el 50 al 70 % de la materia seca y a la potencialidad que poseen para mejorar su calidad. En la mayor parte de los casos la elección del híbrido a utilizar se debe hacer tanto por el rendimiento de espiga como por la cantidad y calidad del forraje producido por el resto del vegetal.

El contenido de materia seca al momento de picado tiene relación directa con la calidad técnica (Aptitud del forraje para conservarlo con pérdidas mínimas) y con el valor biológico del cultivo (Aptitud para generar producto animal: Leche o carne).

La calidad técnica puede ser afectada por el contenido de materia seca del forraje. La calidad biológica también es sensible a las variaciones de humedad, ya que el contenido de materia seca condiciona el consumo y la concentración de nutrientes en el forraje verde.

El silaje es utilizado comúnmente como fuente primaria de energía. El contenido de espiga es fundamental por la cantidad de energía que aporta a la planta completa. La digestibilidad de los componentes del vegetal varía enormemente por efecto del genotipo. Por lo tanto, la morfología o arquitectura del cultivo condiciona su calidad. Debido a que el grano es el componente con mayor calidad de la planta (bajo contenido de pared celular y altamente digestible), el contenido de espiga debería tenerse en cuenta como prioridad uno.

Importancia de la Espiga

El llenado del grano se produce principalmente a expensas de las sustancias digestibles que aporta la caña; por lo tanto el aumento del rendimiento en espiga se produce a costa de la pérdida de digestibilidad del resto de los componentes de la planta. Sin embargo existen otras razones por las cuales la espiga es muy importante:

1. Para la producción del cultivo, el grado de desarrollo de la espiga y del llenado del grano determinan el aumento del rendimiento después de floración. El resto del vegetal no sólo no incrementa su producción y calidad, sino que ambas decaen, ya que la espiga es el principal destino de los nutrientes elaborados en las hojas. Cuando la tasa de llenado de la espiga es muy elevada puede afectar a las hojas, reduciendo su longevidad.

2. Para la calidad técnica, el contenido de materia seca de un cultivo se incrementa mucho más rápido cuanto mayor proporción de espiga posea la planta. El aumento del rendimiento del grano aumenta la proporción de nutrientes insolubles en la fracción completamente digestible, por lo tanto, ayuda a reducir las pérdidas de materia orgánica digestible debido al escurrimiento en el silo. Un buen llenado de la espiga limita los procesos de fermentación; como consecuencia se reducen las pérdidas no controlables asociadas con la transformación de azúcares solubles en ácidos volátiles (Principalmente ácido láctico).

3. Para la calidad biológica, la espiga tiene una fuerte influencia en la digestibilidad. Permite que gran parte de los azúcares formados en la parte verde no sean derivados a la formación de paredes celulares, poco digestibles. Tales azúcares se utilizan para incrementar el contenido celular o para formar paredes celulares altamente digestibles. Una vez terminado el llenado del grano se produce una leve caída en la digestibilidad de sus paredes celulares; también se reduce el contenido celular. Como consecuencia la digestibilidad aumenta hasta que el cultivo no acumula más materia seca.

A partir de ese momento la caída de la digestibilidad de las paredes celulares no puede ser compensada con una caída en el porcentaje de pared celular o por un aumento en el contenido celular por que el cultivo perdió la capacidad de acumulación de materia seca. El aumento en la proporción de espiga tiene un efecto positivo sobre la calidad técnica, incrementándose el consumo y la digestibilidad post-ensilaje.

Para asegurar que la digestibilidad no disminuya, los granos no deben superar el estado pastoso duro al momento de cosecha (aprox. 40 % de humedad). También influye la película que cubre y protege al grano (pericarpio). Su grosor varía de acuerdo al híbrido y es un condicionante importante de la digestibilidad del grano.

Si tomamos la arquitectura de planta podemos clasificar a los híbridos sileros en dos grandes grupos:

1. Rendimiento horizontal

El nombre surge de la necesidad de sembrar estos materiales a altas densidades para poder obtener rendimientos adecuados. Por lo tanto, la característica principal es su adaptación a la elevada competencia intrapoblacional. Poseen un ciclo corto a normal para la zona, la arquitectura de planta es moderna, tipo granífero, con altura mediana a baja, cañas delgadas, hojas erectas e índice de área foliar media. Generalmente son plantas prolíficas con un elevado índice de cosecha (Alta relación grano/planta completa) bajo densidades normales. Su resistencia al vuelco y quebrado debe ser excelente (ver Figura 1). Cuando se cultivan con altas densidades se observa una caída en el índice de cosecha.

2. Rendimiento vertical

En contraste con el tipo anterior, estos materiales son productivos con bajas densidades poblacionales. Poseen un ciclo mucho más largo, llegando a ser subtropical a tropical. La arquitectura es similar a la del tipo granífero antiguo, con plantas mucho más altas, cañas gruesas, hojas horizontales y elevado índice de área foliar. Los individuos generalmente no son prolíficos. Poseen una relación (grano/planta completa) mediana a baja y debido a la menor densidad de siembra no requieren ser demasiado tolerantes al vuelco y quebrado.

Ya en investigaciones realizadas en la década del 70 se halló una correlación negativa entre la relación espiga/(caña+hojas), llamado Índice de cosecha, y el rendimiento de materia seca de la planta completa. Se observó que los híbridos de alta producción para grano no siempre dieron el mayor rendimiento para silaje. Es posible afirmar que a igual ciclo, la parte vegetativa juega un rol al menos tan importante como la parte grano para explicar las variaciones de rendimiento de materia seca entre variedades al momento del picado. La espiga y la caña+hojas realizan un aporte similar al rendimiento de la planta al estado de cosecha para ensilaje.

Es evidente que si bien un elevado contenido de lignina es contraproducente en materiales forrajeros, una baja concentración implicaría pérdidas importantes por vuelco o quebrado. La incorporación del “stay green” contribuyó a tales logros. Si pensamos en un híbrido para silaje, esta condición exacerbada podría causar inconvenientes durante el proceso de conservación, ya que la introducción de forraje con elevada humedad dentro del silo genera lixiviación de líquidos nutritivos y favorece fermentaciones inapropiadas (Butíricas). En cambio, este tipo de híbridos permitiría una mayor amplitud en el momento de cosecha sin mayores pérdidas de calidad por atraso en el picado.

La batalla que se libra en el mercado para mejorar el rendimiento de grano es cada vez más encarnizada y difícil. En cambio, la calidad de la caña todavía presenta una situación casi sin explotar. A medida que avance la superficie destinada a silaje, los elevados costos que significa el desarrollo de maíces específicos podrán ser diluidos por el volumen de las ventas. Sólo habría que agregar la formación e información que reciba el productor para que pueda exigir híbridos verdaderamente seleccionados para tal fin. Esto es una tarea de todos, instituciones oficiales y privadas, empresas y organizaciones del ámbito agropecuario. Es el futuro, y no está lejano.

Productividad del maíz para ensilaje y su relación con el ambiente

El aumento de la productividad forrajera es una vía de reducción de los costos nutricionales de los animales. Una continuidad en el mejoramiento del cultivo es necesaria, ya que nos encontramos muy lejos del límite teórico de la especie, que a su vez esta ligado a las posibilidades de intercepción y transformación de la energía lumínica. También, la estabilidad de la producción es una cualidad esencial, sobre todo cuando el maíz es destinado a la producción de silaje, ya que parte de su área de siembra (Frecuentemente en establecimientos instalados en las cercanías de los núcleos urbanos) no coincide con los ambientes agronómicos mas adecuados para expresar su máximo potencial. Como consecuencia, en condiciones no óptimas se obtienen rendimientos muy bajos y antieconómicos. Esta situación determina que la elección de híbridos debe tener muy en cuenta los criterios de interacción genotipo × ambiente (G×E) y de estabilidad-adaptabilidad.

Los investigadores coinciden en la importancia de obtener variedades estables de alto rendimiento, pero no existe total acuerdo en la definición del concepto de estabilidad ni en el empleo de los métodos estadísticos más adecuados para su estimación. La interacción G×E puede ser interpretada, en parte como resultado de una respuesta diferencial a diversos efectos ambientales adversos, tales como sequía, salinidad, enfermedades, etc.; consecuentemente la mejora para resistencia se traduciría en un aumento de la estabilidad. Pero, generalmente sólo una pequeña parte de la interacción G×E puede ser atribuida a determinantes ambientales conocidos; la mayor parte es justamente una cantidad inexplicable en los análisis estadísticos (ANVA) de los ensayos, a la que se conoce con el término de “Error experimental”. Cuando se estudian estas variaciones en rendimiento se utiliza el concepto de estabilidad fenotípica para referirse a las fluctuaciones de la expresión fenotípica de determinada variable en estudio, mientras que el genotipo permanece constante. Lamentablemente, los términos de estabilidad fenotípica, rendimiento estable y adaptación se interpretan de muy diversas formas. Es frecuente que cada investigador tenga una interpretación diferente sobre estos conceptos. En general, se prefiere el término adaptación dentro del contexto de una variación regional y se reserva el término estabilidad cuando se hace referencia al estudio del comportamiento varietal dentro de un sitio durante varios años.

Densidad de siembra

La capacidad de resistir en pié hasta el momento de cosecha depende de la dureza del tallo (resistencia al quebrado), de la tolerancia al vuelco (podredumbre de la base del tallo y raíces) y del área foliar expuesta al viento. La dureza de la corteza muestra una correlación positiva con el contenido de lignina. Una elevada resistencia de la caña no sería deseable para híbridos forrajeros. Consideramos que el aumento de rendimiento de grano en híbridos de maíz durante las últimas décadas se verificó principalmente al mejorarse genéticamente la resistencia de la caña al quebrado, al vuelco y a la capacidad de mantener la prolificidad aún en densidades elevadas. Es evidente que si bien un elevado contenido de lignina es contraproducente en materiales forrajeros, una baja concentración implicaría pérdidas importantes por vuelco o quebrado, aunque la cosecha se realice 40-50 días antes.

La planta completa de maíz es un importante forraje para muchas actividades lecheras o cárnicas. El incremento de las demandas nutricionales para una respuesta animal óptima es un desafío para los productores de maíz, que deben seleccionar y manejar híbridos de gran producción de materia seca con características de calidad apropiadas.

El rendimiento de materia seca de maíz es función de numerosos factores genéticos y ambientales que interactúan entre ellos. Las prácticas de manejo tienen influencia sobre los efectos de la temperatura y/o el agua disponible en el suelo, sobre el ciclo del híbrido, fecha y densidad de siembra, por lo tanto tendrán una acción directa sobre el índice de área foliar y sobre el rendimiento de materia seca.

La respuesta del rendimiento de materia seca en maíz a la densidad de siembra es asintótica, pero en el caso del rendimiento de grano es parabólica. El índice de cosecha en híbridos modernos (recientes), sin embargo, tiende a disminuir mucho menos. El gráfico trata de explicar porque la densidad de siembra en cultivos destinados al picado debe incrementarse.

Con respecto a la calidad de la materia seca generalmente no se produce alteración alguna en la composición química de la misma por efectos de la densidad. Los aumentos de densidad afectan básicamente al porcentaje de granos y a partir de ésta modificación morfológica se producirán las variantes en la composición química. Esto explica por qué los híbridos con índice de cosecha normalmente bajo siempre resultarán menos afectados por su limitado contenido en grano. Estudios realizados muestran que la competencia entre plantas de maíz comienza en los primeros estadíos de crecimiento, especialmente cuando existe una densidad alta en la población de plantas. Con respecto a la interacción genotipo x densidad, para producción de materia seca del tallo, algunos híbridos se aproximan al máximo rendimiento con 5 pl/m², mientras que otros para llegar a ese punto pueden necesitar 10 pl/m² o inclusive 15 pl/m².

Una gran cantidad de estudios han mostrado que la asociación de rendimiento en grano e índice de cosecha (IC: Rend. en grano/rend. de planta completa) con rendimiento de forraje y calidad del mismo no es suficientemente fuerte para seleccionar sobre la base de rendimiento de grano solamente. Según algunos autores, no habría necesidad de producción de grano en la producción de forraje de maíz, ya que los asimilados podrían ser almacenados, en parte, en el componente vegetativo en condiciones adecuadas de digestibilidad, similar a las del grano. En oposición a estos conceptos, otros enfatizan la importancia de una gran proporción de grano en la materia seca total, ya que la fracción grano contribuye a elevar el porcentaje de materia seca digestible de la planta completa. Muchos trabajos concuerdan con estos resultados. Estas opiniones tan divergentes pueden ser atribuidas entre otras razones, a diferencias genético-ambientales entre híbridos y ambientes de evaluación.

El mayor problema práctico consiste en conciliar dos factores opuestos: alta producción individual con alta producción por unidad de superficie. Existen evidencias de las modificaciones que sufre la estructura de la planta de maíz por efecto de la densidad. El incremento del número de plantas por unidad de superficie trae aparejado una disminución en el peso de la planta completa, diámetro del tallo, prolificidad, tamaño de la espiga, porcentaje de plantas erectas a la cosecha y peso de la espiga. Si bien se observa un comportamiento común en las evaluaciones realizadas, existe inmensa variabilidad en los genotipos. Es normal encontrar una disminución de la relación espiga/tallo+hojas por efecto de la densidad. Puede interpretarse que esta característica es negativa para lograr una buena calidad del forraje producido a altas densidades, pero no se encuentra una gran influencia de la densidad sobre la digestibilidad de la planta de maíz. No se producen diferencias significativas entre las densidades evaluadas al considerar el porcentaje de materia seca digestible, proteína cruda, fibra detergente ácida modificada y cenizas.

Constantemente se introducen modificaciones en las técnicas de cultivo debido, en gran parte, al mejoramiento llevado a cabo por el hombre. Con la aparición de nuevos híbridos en el mercado, el manejo tiende a ser más intensivo. Parámetros culturales como la densidad se van modificando década tras década. Diversos autores han estudiado la diferencia en el rendimiento de grano entre cultivares modernos y antiguos. Las mayores diferencias se producen en altas densidades sobre todo por las ventajas de las hojas erectas en el estrato superior de los híbridos modernos para lograr un mayor índice de área foliar, incrementando el rendimiento de materia seca.

Fecha de siembra

En híbridos destinados a silaje se aplican los mismos conceptos que en híbridos para grano, desarrollados ya en el capítulo de híbridos graníferos (ver fechas de siembra, capítulo maíz). Sin embargo vale la pena aclarar la relación existente entre las distintas fechas de siembra y la calidad del forraje cosechado.

En fechas de siembra tempranas la floración se ubica en períodos de alta radiación incidente y elevadas amplitudes térmicas; el crecimiento vegetativo es más lento y se favorece la fase reproductiva donde el cultivo es capaz de capturar al máximo la radiación incidente para la producción de grano. Se producen plantas más bajas que en fechas de siembra tardías con un más alto índice de cosecha por el mayor aporte de la espiga al producto final y esto se traduce en una mejor calidad de la materia seca digestible. En general el cultivo tiene menos probabilidades de sufrir algún estrés.

De acuerdo a la región productiva la mejor fecha de siembra será la que exponga al cultivo a las mejores condiciones de crecimiento (radiación y temperatura), fundamentalmente en el período crítico alrededor de la floración y minimice las probabilidades de sufrir algún estrés hídrico y/o térmico. Esta fecha no siempre es la más temprana en todas las regiones.

Momento de picado en maíz

Actualmente no existe suficiente información sobre la aptitud silera de nuestros híbridos comerciales. En muchos híbridos faltan datos de ciclo siembra-picado, requisito fundamental para poder programar con tiempo la fecha de cosecha. Un adelanto o atraso del momento ideal de picado se traduce en fuertes pérdidas de rendimiento y calidad en el lote, más las que se generan en el silo, asumiendo como período ideal cuando la planta pasa de 70 % a 60 % de humedad. Tampoco abundan datos comparativos sobre la calidad forrajera de la planta completa o período en que se encuentra un híbrido en condiciones ideales de picado. Últimamente, este concepto ha tomado una importancia muy grande, ya que hemos encontrado diferencias en la duración de esta etapa al comparar híbridos comerciales. La posibilidad de prolongar el período ideal de cosecha, al que denominamos “stay wet” permitiría que el rendimiento y la calidad se mantengan por más tiempo minimizando las pérdidas por retraso en el picado. Ya se está tomando conciencia de la importancia de separar las aguas. Algunas empresas semilleras han tomado la posta. Todavía falta definir con bases sólidas que tipos de híbridos necesitamos, y también si el productor está dispuesto a pagar por la calidad. Pero el camino ya se ha iniciado.

La problemática más frecuente que encuentra el productor ganadero, en lo referido al cultivo de maíz, se relaciona con las prácticas de manejo. Éstas tienen un gran impacto sobre el rendimiento y la calidad del forraje producido. Muchas veces de mayor relevancia que las de índole genética, ya que es uno de los cultivos más sensibles al efecto ambiental. Un adelanto o un atraso en el momento de picado ideal se traducen en fuertes pérdidas, no solamente en la cantidad y calidad del forraje cosechado, sino también en la calidad de la conservación. Si se pica con una humedad mayor al 70 % se está resignando aporte del grano a la producción de materia seca. Esto significa pérdidas importantes en la calidad. Además, se estaría transportando demasiada agua al silo, peso que se debe pagar. Por último, el ingreso de forraje con exceso de humedad trae aparejado pérdidas por escurrimiento de líquidos altamente nutritivos. Aparece la necesidad de realizar cortes en la bolsa para drenarlos. Por lo tanto, se produce entrada de aire que inhibe el correcto proceso de fermentación láctica y se favorece el desarrollo de bacterias butíricas. Éstas son las causantes del deterioro del forraje conservado con la consiguiente caída de la calidad y de la palatabilidad. Resultado: menos carne por unidad de materia seca.

Por un atraso en la cosecha se genera una fuerte caída de la calidad del forraje en el lote, ya que gran parte de los hidratos de carbono asimilables por el rumiante se transforman en compuestos más complejos (Más pared celular, más lignina), generando una caída en la digestibilidad, sobre todo en el componente vegetativo (Caña+hojas). Otra consecuencia es el endurecimiento del grano, que presenta dificultades para ser asimilado en su totalidad. Esta situación se ve agravada por la presencia de un pericarpio más rígido e impermeable, transformándose en una barrera que contribuye a limitar el total aprovechamiento del grano. Por último, un forraje con un contenido de materia seca superior al 40 % (Menos de 60 % de humedad) genera dificultades durante el proceso de compactación, impide una adecuada exclusión del aire dentro del silo, produciendo el denominado efecto resorte. La dificultad en lograr rápidamente un estado de anaerobiosis dentro del silo trae como consecuencia un período más prolongado de respiración, con el consiguiente consumo de azúcares de altísima calidad por parte de los tejidos vegetales y bacterias aeróbicas, elevación de la temperatura de conservación y un silaje de baja calidad nutricional. Como en el caso anterior, menos carne por unidad de materia seca.

El concepto básico que se debe tener en cuenta es la calidad, que por sus características no es fácilmente medible. Como consecuencia, se debe profundizar sobre el correcto manejo del cultivo con el objeto de maximizar el rendimiento y la calidad, minimizando los costos de producción. Gran parte de los conocimientos generados en el cultivo para grano son aplicables para silaje. Nos queda el desafío de generar nuevos conocimientos relacionados con las características propias de este destino.

El concepto de ciclo: siembra - madurez de cosecha, denominado madurez relativa en híbridos graníferos, no permite realizar comparaciones confiables entre materiales pertenecientes a diferentes empresas. En híbridos sileros el concepto de ciclo siembra - momento ideal de picado no está disponible al productor, al igual que la amplitud de la ventana de picado. Como agravante, no existe una relación estrecha entre ciclos graníferos vs. forrajeros.

Considerando el limitado conocimiento respecto a la incidencia que tendrían distintas prácticas de manejo en la productividad y calidad del silo de maíz, resulta de interés desarrollar estudios que permitan generar alternativas de manejo de alto impacto técnico y bajo costo.

Conocer el largo del ciclo como también la amplitud de la ventana de picado de los híbridos destinados para silaje es de gran importancia tanto para los productores como para los contratistas, con el objeto de lograr una mayor eficiencia en el proceso de confección y de conservación.

Para determinar el momento óptimo de picado se recomienda evaluar periódicamente el contenido de humedad de la planta completa a partir del momento en que se hace observable la “línea de leche” en la parte superior del grano, generando así una curva que siga la evolución del secado de la planta completa.

La regulación de la altura de corte es una práctica factible de implementar en algunas situaciones en las cuales la calidad del material a ensilar o su contenido de humedad lo justifiquen, por ejemplo ante anticipos o atrasos en el momento de picado. Recordemos que no todos los híbridos de maíz se comportan de la misma manera y que el ambiente puede afectar considerablemente la calidad y el rendimiento del material a ensilar al efectuar esta práctica.

Tampoco debemos olvidar lo importante que es preservar el recurso suelo en estos tiempos en que es necesario obtener la máxima productividad por unidad de superficie. Como agregado a las reflexiones precedentes nunca debemos olvidar que el cultivo de maíz requiere de condiciones favorables para que pueda expresar su máximo potencial. Por lo tanto, el primer paso para alcanzar esta expresión es optimizar todos los factores que permitan expresarla, entre otros, regulación de la sembradora, placas adecuadas, ajuste de la fecha y densidad de siembra, control de malezas hasta que el surco se cierre, fertilidad del potrero, y como se señaló más arriba, momento y altura de picado. El manejo del ambiente debe ser el principal objetivo; si lo logramos, entonces elegir el híbrido acorde a nuestra realidad, y no al revés. Sólo el mejor ambiente permite expresar la mejor genética.

La excelente calidad forrajera que posee la planta de maíz minimizó los esfuerzos destinados a la mejora de la calidad nutricional y/o su aptitud para la conservación. El avance de la superficie destinada a reservas está poniendo en jaque el concepto de cultivo multiuso. Comienzan a aparecer nichos descuidados hasta ahora, tales como la especialización de acuerdo al destino de la producción. Ya no deberíamos conformarnos con una planta granífera para ensilar. La calidad nutricional de la caña ha sido la gran olvidada en todos los procesos de mejora. De acuerdo a lo presentado en los párrafos anteriores surge claramente la necesidad de elevar el grado de aprovechamiento que puede hacer el animal de la fracción vegetativa.

La batalla que se libra en el mercado para mejorar el rendimiento de grano es cada vez más encarnizada y difícil. En cambio, la calidad de la caña todavía presenta una situación casi sin explotar. A medida que avance la superficie destinada a silaje, los elevados costos que significa el desarrollo de maíces específicos podrán ser diluidos por el volumen de las ventas.

Nos queda también perfeccionar la técnica del autoconsumo, lo cual requiere una nota aparte debido a la importancia que ha alcanzado y los frecuentes errores que es posible observar.

Sólo habría que agregar la formación e información que reciba el productor para que pueda exigir híbridos verdaderamente seleccionados para tal fin y conozca su manejo, desde la elección del germoplasma hasta que el forraje llegue a la boca del animal. Esto es una tarea de todos, instituciones oficiales y privadas, empresas y organizaciones del ámbito agropecuario.

Determinar el momento ideal de cosecha es clave, ya que influye sobre el rendimiento, la calidad y la dinámica del proceso de conservación del forraje a cosechar y sobre la respuesta animal. El maíz picado con un 60 a 70% de humedad, ajustando otros factores como el tamaño de picado, compactación, etc., genera en el silo un ambiente adecuado para una correcta fermentación y, como consecuencia, una óptima conservación y una mayor respuesta animal. Cuando se adelanta el momento de picado (humedad superior a 70 % de la planta completa), se reduce el rendimiento (Figura 3) y la calidad debido al menor aporte de espiga (fracción de mayor calidad), además de producirse pérdidas por efluentes y por aparición de bacterias del género Clostridium spp. Éstas son capaces de transformar los azúcares solubles y el ácido láctico en ácido butírico. Como consecuencia se genera un silaje con importante concentración de ácido butírico, pH elevado, de pobre valor nutritivo y baja palatabilidad.

Cuando se producen atrasos con respecto el momento óptimo de picado (humedad inferior a 60 % de planta completa), se dificulta la compactación en el silo por el efecto resorte de forraje seco, generando una inadecuada exclusión del aire y oxidación de la porción más digestible de la planta. El producto final es pobre en azúcares solubles de altísimo valor energético. Esto conlleva a una fermentación inadecuada y elevación de la temperatura de la masa ensilada, comprometiendo seriamente el proceso de conservación y la calidad del producto final.

Ventana de picado

La ventana óptima de picado es el tiempo que transcurre desde que el cultivo tiene 70 % hasta 60 % de humedad, es decir el período óptimo para realizar la cosecha. En este período la planta de maíz alcanza un balance adecuado entre rendimiento y calidad, se minimizan las pérdidas por escurrimiento y se favorece la palatabilidad del silaje.

En los híbridos que poseen “stay green” existe un asincronismo en la velocidad de secado de la espiga y de la caña + hojas, dificultando la predicción del momento de cosecha mediante la línea de leche. Los granos alcanzarían la madurez cuando la planta entera llegue a tener un 30 % de materia seca, pudiendo comprometer su futuro aprovechamiento por parte del animal. Por este motivo, es posible observar pérdidas por escurrimiento de líquidos en el silo al usar la línea de leche como único indicador del momento de cosecha para todos los híbridos.

En Argentina, un gran porcentaje de la superficie destinada a silaje el picado se realiza por medio de contratistas, por lo que el momento de cosecha está altamente influenciado por la disponibilidad de éstos y por las condiciones climáticas, incurriéndose normalmente en pérdidas de calidad por atrasos en dicho momento. Es de gran importancia contar con híbridos en los que la ventana de picado sea lo más amplia posible, a los que denominamos híbridos con “stay wet” (incremento de la duración del período en que la planta pasa de 70 % a 60 % de humedad), así como contar con información por parte de las empresas semilleras acerca del largo del ciclo para ensilaje (siembra – picado) como también la amplitud de la ventana de picado de los híbridos disponibles.

En la Figura 4 se puede observar las diferencias existentes en la tasa de secado de 4 híbridos comercializados actualmente en Argentina.

Regulación de la altura de corte

En nuestro país, el maíz para silaje se cosecha extensivamente a una baja altura, dejando muy poco material remanente, con el objetivo de obtener el mayor volumen posible de forraje cosechado. Este máximo volumen puede no estar asociado con una mayor producción animal debido a una pérdida de calidad del material a ensilar por el aporte de los entrenudos inferiores de la caña. De aquí la importancia de conocer los efectos que produce la modificación de la altura de corte en el material a ensilar.

Elevar la altura de picado no siempre traerá aparejada una mejora sustancial de la calidad forrajera, algunos autores la recomiendan como relevante en cortes tardíos (entre 1/4 de línea de leche y madurez fisiológica) debido a que en cortes más tempranos no se observan diferencias apreciables en la calidad del forraje. Por lo tanto, no se justificaría la pérdida de rendimiento. Una mayor altura de corte incrementa el contenido de MS de la planta completa al aumentar la relación espiga/caña+hojas (Índice de cosecha) y al disminuir el aporte de la parte basal de la planta, la cual presenta el mayor contenido de humedad (Figura 5).

Aumentar la altura de corte puede ser ventajoso ante cosechas anticipadas, maíces inmaduros o con mayor contenido de humedad, debido a que se logra incrementar el contenido de MS de la planta completa, y así permitir alcanzar valores de humedad adecuados para lograr un correcto proceso fermentativo y disminuir las pérdidas por lixiviación. Este efecto se incrementa en siembras tardías, donde los híbridos de maíz presentan un mayor desarrollo vegetativo y un menor índice de cosecha (IC), producto del efecto de las altas temperaturas sobre el crecimiento del cultivo. Por supuesto que depende del híbrido a utilizar, ya que los materiales actuales presentan velocidades de secado bastante diferentes.

Calidad del material a ensilar

El aumento de la altura de corte trae aparejado una reducción del rendimiento, pero para algunos autores no producen mermas en la producción de leche o carne, o incluso puede llegar a generar incrementos si los medimos a través de la producción por hectárea. Al cortar a mayor altura se mejora la calidad nutricional del material a ensilar, ya que se incrementa el aporte de la espiga y a su vez la calidad de la fracción vegetativa (caña+hojas). Esta última fracción de la planta de maíz se ve favorecida al aumentar su digestibilidad y disminuir su contenido de fibra detergente neutro (FDN) y de lignina detergente ácido (LDA) (Figura 7). Una reducción en el contenido de FDN tiene un efecto positivo sobre el consumo animal, por lo que genera una mayor eficiencia en la producción animal (litros de leche ó kg de carne/kg de materia seca (MS) de forraje). Este efecto es más notorio en fechas de siembra tardías, donde las altas temperaturas juegan en detrimento de la calidad forrajera (Figura 5 y 6). De esta manera la porción más lignificada y de menor calidad de la planta de maíz queda en el campo aportando nutrientes a la fertilidad edáfica y preservando al suelo de la erosión.

Mermas en el Rendimiento

En condiciones normales para la zona del Cinturón lechero que rodea a Buenos Aires, por cada cm de incremento a partir de los 5cm del suelo, el rendimiento sufrió una merma cercana a 50 kg MS/ha (Figura 8). Si bien no se encontraron diferencias apreciables en la caída del rendimiento ante diferentes fechas de siembra, al elevar la altura de picado los materiales sembrados tardíamente fueron más tolerantes a esta práctica. Esto se debe al mayor crecimiento vegetativo que expresan los híbridos como respuesta a las altas temperaturas durante el período vegetativo (siempre y cuando no se produzca un déficit hídrico importante).

Reflexiones

Conocer el largo del ciclo como también la amplitud de la ventana de picado de los híbridos destinados para silaje es de gran importancia tanto para los productores como para los contratistas, con el, objeto de lograr una mayor eficiencia en el proceso de confección y de conservación.

Para determinar el momento óptimo de picado se recomienda evaluar periódicamente el contenido de humedad de la planta completa a partir del momento en que se hace observable la “línea de leche” en la parte superior del grano, generando así una curva que sigua la evolución del secado de la planta completa.

La regulación de la altura de corte es una práctica factible de implementar en algunas situaciones en las cuales la calidad del material a ensilar o su contenido de humedad lo justifiquen, por ejemplo ante anticipos o atrasos en el momento de picado. Recordemos que no todos los híbridos de maíz se comportan de la misma manera y que el ambiente puede afectar considerablemente la calidad y el rendimiento del material a ensilar al efectuar esta práctica.

Tampoco debemos olvidar lo importante que es preservar el recurso suelo en estos tiempos en que es necesario obtener la máxima productividad por unidad de superficie. Como agregado a las reflexiones precedentes nunca debemos olvidar que el cultivo de maíz requiere de condiciones favorables para que pueda expresar su máximo potencial. Por lo tanto, el primer paso para alcanzar esta expresión es optimizar todos los factores que permitan expresarla, entre otros, regulación de la sembradora, placas adecuadas, ajuste de la fecha y densidad de siembra, control de malezas hasta que el surco se cierre, fertilidad del potrero, y como se señaló más arriba, momento y altura de picado. El manejo del ambiente debe ser el principal objetivo; si lo logramos, entonces elegir el híbrido acorde a nuestra realidad, y no al revés. Sólo el mejor ambiente permite expresar la mejor genética.

Nos queda perfeccionar la técnica del autoconsumo, lo cual requiere una nota aparte debido a la importancia que ha alcanzado y los frecuentes errores que es posible observar.

Elección de un híbrido para silaje

La pregunta que más frecuentemente se realiza durante las recorridas a campo es ¿Cuál es el mejor híbrido?. En realidad la pregunta correcta sería: ¿Cuál es el mejor productor?. Y la respuesta es simple: Aquel que maneja el cultivo en forma adecuada para la realidad del establecimiento. Actualmente no existen híbridos destinados a malos productores. Al contrario, los híbridos con mayor potencial de rendimiento son los más exigentes en condiciones ambientales y de manejo. Por lo tanto, primero se deben solucionar los problemas de manejo y luego seleccionar el híbrido adecuado.

Antes de elegir un híbrido debería:

1. Calificarse como productor. No se engañe. Su correcta auto evaluación le permitirá tomar conciencia de sus fortalezas y debilidades. Es el primer paso para poder mejorar.

2. Prestar atención a los resultados de la zona. Estas referencias permiten conocer cual es valor medio de la zona.

3. Mantenerse informado permanentemente. Muchos organismos brindan información confiable. Nos ahorran tiempo y dinero.

4. Asesorarse por técnicos con experiencia en el cultivo. El método de prueba y error sólo lleva a prolongar los tiempos y aumentar los costos.

5. No saltear etapas. Pasar de un modelo básico o rudimentario a uno de alta producción sin pasar por situaciones intermedias no es aconsejable.

7. Ensayar nuevos híbridos. Todos los años un porcentaje de la superficie sembrada debe destinarse a evaluar nuevos materiales. Una maquinada con híbridos nuevos permite realizar comparaciones sin riesgo. Tómese el trabajo de evaluarlos y comparar. Los extremos nunca son aconsejables, por lo tanto, tampoco debería reemplazarse de un año para otro un híbrido conocido por otro potencialmente mejor, pero no conocido.

8. Elegir siempre semillas de calidad. El precio muchas veces es el condicionante en la elección del híbrido, pero no debería serlo. Está demostrado que la desuniformidad en la emergencia genera pérdidas muy importantes en rendimiento y calidad. Por lo tanto, sólo utilice semillas de muy buen vigor. Este criterio es fundamental en siembras tempranas y en directa. Las bajas temperaturas durante la emergencia exacerban las diferencias entre las plántulas cuando el vigor no es el adecuado. Las siembras tardías o de segunda no presentan tan marcado este inconveniente.

Consideraciones sobre cultivos para ensilar

Cuando se desee ensilar un cultivo debe tenerse en cuenta ciertas cualidades tales como:

• Alto rinde de materia seca por unidad de superficie.
• Alto valor nutritivo.
• Componentes del vegetal que faciliten el proceso, dentro de los cuales el contenido de azúcares solubles es fundamental. Su concentración está condicionada por la especie vegetal que se considere. Por supuesto que deberá ser alto y con una marcada supremacía sobre el contenido de proteínas. La relación azúcares/ proteínas deberá ser elevada para evitar que el exceso de nitrógeno producido por los procesos degradativos forme productos tóxicos y/o que neutralicen el ácido láctico formado. Las leguminosas (alfalfa por ej.) presentan una relación azúcares/proteínas muy baja, razón por la cual su conservación mediante esta técnica es complicada y requiere procesos previos y construcciones especiales que disminuyan el riesgo de putrefacción del material.

Los valores que se presentan en la Tabla 1 son válidos cuando los cultivos son cosechados en el momento más adecuado.

Otro factor condicionante del contenido de azúcares solubles es el estado de madurez del cultivo al momento de picado. A medida que las especies se desarrollan, sus componentes generan cambios en la composición morfológica y química de la planta completa. La materia seca aumenta, junto con el contenido de almidón y fibra. Simultáneamente se reduce el contenido de proteínas. En los cultivos más utilizados, tales como maíz y sorgo granífero, el momento de corte se establece cercano al estado de madurez fisiológica.

Silaje de grano húmedo

La alternativa de ensilar en bolsas grano con mayor contenido de humedad que el destinado a producción normal tiene como principal ventaja la facilidad operativa, baja inversión relativa y buenas condiciones de conservación. En años con sequía y elevada temperatura se debe seguir muy de cerca la evolución de la humedad del grano en el cultivo, ya que se puede producir una deshidratación muy rápida. Es posible que se alcance una caída de humedad de hasta el 1 % diario. Este fenómeno es un inconveniente a tener en cuenta, ya que el rango de humedad para realizar un buen trabajo está acotado entre 35 y 25 % de humedad tanto para maíz como para sorgo. De no contarse con una operatoria ajustada a cosecha, el cultivo puede tener una pérdida excesiva de humedad que lo inhiba para ensilarlo. Si los valores son demasiados bajos no se produce fermentación y aparecen microorganismos indeseables, tales como hongos, que generan una importante pérdida de calidad. Si la humedad es excesiva (> 35 %) el trabajo se hace ineficiente debido al bajo rendimiento de cosecha (ha/hora), ya que el material ofrece una mayor resistencia a la trilla. El resultado final obtenido es una disminución de la superficie cosechada, mayor costo operativo de la cosechadora y un menor contenido de nutrientes por unidad de peso.

Proceso de ensilaje de grano húmedo

Con mínimas modificaciones a la cosechadora, tales como mayor velocidad de rotación del cilindro, el forrado del mismo, reducción de la separación cilindro cóncavo, aumento del tamaño de los orificios de las zarandas o incluso su extracción y un aumento de la intensidad del viento permiten cosechar el grano con una humedad óptima para ensilar de 25-30%. En nuestro medio, el trabajo de embolsado de grano húmedo lo realizan embutidoras específicas, que cuentan con tolva y martillos partidores. Estas máquinas realizan un muy buen trabajo en granos, mediocre en planta entera de maíz o sorgo y no son aptas para conservar cortes de pasturas.

Las diferentes marcas de embutidoras poseen diferentes perímetros de túnel. Esto condiciona la elección de la bolsa. Si se utilizan bolsas con diámetros mayores a la del equipo pueden quedar cámaras de aire o paredes flojas post llenado, situación que genera deterioro en la calidad del grano conservado. La máquina ensiladora efectúa el quebrado del grano, y mediante un sinfín, embute y compacta el grano en la bolsa. La compactación se regula según el grado de frenaje de la ensiladora y tractor: A mayor frenaje, mayor compactación y mayor aprovechamiento de la bolsa (más kg/metro).

El rendimiento promedio de las ensiladoras es de aproximadamente 20 ton/hora de trabajo efectivo sobre base húmeda. Tal valor está condicionado por la humedad del grano y por la calibración del quebrado. Como dijimos antes, la humedad de ensilado que ha demostrado ser más adecuada fluctúa entre 26 y 30 %, Valores superiores a 30% reducen la velocidad de trabajo en el movimiento del grano; y valores inferiores a 25% aceleran excesivamente la caída del grano y hacen más difícil el trabajo de los rodillos quebradores, principalmente en sorgo, que es un grano más pequeño y duro.

El quebrado del grano se efectúa con el objetivo de mejorar la compactación y facilitar el ataque de las bacterias que intervienen en el proceso de fermentación láctica. De este modo se logra acortar los tiempos para la estabilización del silaje y reducir las pérdidas de calidad.

Los granos son deficitarios en azúcares simples, sustrato utilizado por las bacterias lácticas para permitir la conservación con pérdidas mínimas. Pero poseen abundante contenido de almidón que, mediante degradación previa, puede aportar el sustrato básico necesario para una adecuada fermentación. Las amilasas del grano y de los microorganismos que proliferan en una primera etapa son capaces de desdoblar parte del almidón en azúcares mucho más simples, solubles en los jugos de la masa ensilada, tales como maltosa, fructosa y glucosa. Esto sólo ocurrirá con valores de humedad dentro del rango óptimo. Con valores inferiores, la actividad enzimática disminuye, hay baja transformación de almidón en azúcares simples, la fermentación se retrasa, se eleva la temperatura y se incrementan los niveles de pérdidas en cantidad y calidad.

El embolsado debe realizarse sobre un terreno lo más parejo y limpio posible, teniendo como objetivo optimizar las condiciones de trabajo de la ensiladora. En caso de terrenos con desnivel debe trabajarse en contra de la pendiente, lo que mejorará la compactación. En la medida de lo posible s evitará la colocación en zonas de pendiente excesiva. Este mismo criterio rige para zonas anegables, para evitar inconvenientes durante la extracción o riesgos para el producto conservado.

El tamaño de la bolsa debe estar de acuerdo a la necesidad de extracción diaria. Las bolsas de mayor difusión son las de 1,5 y 2,7 m de diámetro. Estos valores dependen de la ensiladora empleada. Las bolsas de diámetro menor se recomiendan por tener un menor frente de exposición al aire durante el período de suministro. En cambio las de mayor diámetro (9 pies) se justifican cuando la necesidad de extracción determine un avance diario no menor a 30 cm. Este valor es equivalente a 1 ton/día de grano húmedo ensilado.

La bolsa puede ser cortada y cerrada cuando se ha almacenado la cantidad de grano deseada, permitiendo de ese modo un adecuado cierre hermético de la estructura.

Es importante tener en cuenta las diferencias entre bolsas, ya que la radiación solar, las temperaturas extremas y la acción del agua son agentes que la debilitan, pudiendo llevar a la pérdida de calidad del grano ensilado por el ingreso de aire y/o agua. Al seleccionar el tipo de bolsa debe considerarse que hay diferencias en cuanto a calidad, composición del polietileno y número de capas intervinientes, lo que se expresa en períodos diversos de garantía de conservación. Por esta razón, entre otras, debe tenerse muy en cuenta por cuanto tiempo se almacenará el grano antes de ser utilizado.

El grado de daño que se genera disminuye a medida que aumenta el grosor de la película. Las bolsas gruesas (+ de 200 micrones) han mostrado un excelente comportamiento.

La forma de extraer el material puede variar según la técnica de suministro al ganado. Se puede extraer con una pala y distribuirlo a balde o en bolsas hasta utilizar tornillos sin fin en el caso de utilizar volúmenes de grano muy importantes.

Se debe tener en cuenta que el cierre de la bolsa debe hacerse inmediatamente después de la extracción y antes del suministro con el objeto de mantener lo más posible el ambiente anaeróbico dentro del silo.

En este tipo de producto (grano de maíz o sorgo) no se considera necesario el uso de aditivos y/o conservantes estabilizadores ya que al respetar las pautas básicas de manejo se alcanza una excelente calidad en la conservación.

Hongos y toxinas

El silaje de grano húmedo pierde calidad y puede ser afectado por la proliferación de hongos si se expone al aire por un período prolongado. Bajo estas condiciones o por deficiencias en la aislación/compactación es posible encontrar en la masa ensilada niveles importantes de micotoxinas tales como aflatoxina, fumonisina, ochratoxina, vomitoxina y zearalenona.

Según la bibliografía, el pH de un buen silaje de grano húmedo deberá situarse entre valores de 4-4,5. Estos valores aseguran un buen producto final. En la conservación de planta entera se requieren valores inferiores de pH (3,5-4) para que el proceso de conservación sea considerado adecuado.

Consumo animal

Cuando el proceso se desarrolla en forma adecuada se logra una muy buena aceptación por parte de los animales, tanto en tambos como en invernada. En cambio, las deficiencias en las técnicas de conservación (Falta de anaerobiosis, filtraciones de agua) y suministro (silaje con demasiado tiempo de exposición al aire) generan fuertes rechazos por parte del animal. Por lo tanto, la optimización del proceso se expresará en un mayor aprovechamiento y en un uso eficiente del capital asignado.

El grano de sorgo es menos preferido que el de maíz por los animales. Para impedir su selección se debe realizar un manejo adecuado de las raciones, si es posible a través de un mixer o equipamiento similar. El acostumbramiento y el diseño de la infraestructura de suministro del forraje juegan un papel muy importante.

Esta técnica, bien implementada se adapta perfectamente a las condiciones de producción imperantes en nuestro país con excelentes resultados productivos.

Tomado de: https://www.syngenta.com.ar/silaje-de-maiz