Detrás de una buena taza de café colombiano hay años de trabajo e investigación. Le contamos los esfuerzos que se han hecho para tener las variedades de uno de los mejores granos del mundo.
EL café es el producto agropecuario de mayor exportación en Colombia, y su peso es importante en la economía del país. De hecho, el agro tuvo el segundo mayor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el segundo trimestre de 2024, con el 10,2 %.
El cultivo permanente de café aportó un aumento del 25,8 % en su valor agregado frente al mismo periodo de 2023, de acuerdo con las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE)
En los últimos 12 meses, la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) registró un aumento del 16 % en la producción, alcanzando 12,35 millones de sacos de 60 kg. Es bien conocido que Colombia es el mayor productor de arábigo suave lavado, pero ¿eso qué significa?
A nivel mundial se cultivan dos tipos de especies de café: suaves y robustas. La primera es la única que se siembra en el país y es conocida como arábica. Se caracteriza por ser un grano más alargado, cultivarse en su mayoría por encima de los 1.600 metros sobre el nivel del mar (msnm) y tener sabores más complejos, por lo que destaca su calidad.
La segunda es la especie canéfora o robusta. Este grano es más redondeado y oscuro, se produce por debajo de los 1.400 msnm, contiene más cafeína, predomina el sabor amargo y es de menor calidad.
Las semillas que germinan en tierras colombianas
Dentro de la especie arábica hay distintas variedades. Las que se cultivan corresponden, principalmente, al resultado de un proceso de selección genética como ocurre con “Castillo” y “Colombia”, que ocupan el 63 y 20 % del área sembrada, respectivamente, según Álvaro Gaitán, director del Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) que pertenece a la FNC.
Ambas son variedades resistentes a la roya, una de las enfermedades más delicadas para este tipo de cultivos, pues se aprovecha de la humedad que se genera cuando hay largos periodos de lluvias. Además, cuentan con una alta productividad, lo que le beneficia a los caficultores, pues ellos tienen en promedio 1,3 hectáreas por familia y son más de 500.000 las que se dedican a esta actividad económica.
“La tercera característica es que tiene una calidad de tasa muy buena. Han sido seleccionadas para lo que llamamos cafés gourmet. Este es un elemento muy atractivo para el mercado internacional”, detalla Gaitán.
Castillo” y “Colombia” suman el 87 % del sembrado. El 13 % restante es de otras variedades, pero predomina la “Caturra” que fue muy importante hace años por ser una planta más pequeña que facilitaba la recolección y permitía aumentar la cantidad de arbustos por hectárea.
El director de Cenicafé añade que por muchos años esa especie permitió una transformación tecnológica. Pero es susceptible a la roya y por eso hay que aplicar más plaguicidas. Todavía quedan algunas áreas sembradas que se han ido reemplazando lentamente por las variedades ya mencionadas, dependiendo también de la voluntad y posibilidades de cada productor.
¿Cómo se encuentran las mejores plantas?
Aunque los avances que se han tenido con los cafetales son significativos, las condiciones ambientales y climáticas evolucionan y se transforman con rapidez. Por eso, los avances tecnológicos no pueden detenerse.
“Hemos trabajado en evaluar plantas que crezcan bajo temperaturas más altas o mayores cantidades de lluvia. Esos son los cambios importantes que hemos visto en los últimos años, pues primero tuvimos tres años del fenómeno de La Niña y recientemente pasamos por el fenómeno de El Niño. Tenemos que buscar adaptarnos a esas condiciones y ayudar a mitigar los efectos que tienen en los caficultores”, anuncia Gaitán.
Sacar una variedad que se adapte mejor al nuevo clima es un proceso largo. En Cenicafé lo que hacen es identificar una planta interesante (produce buen café de alta calidad) y la cruzan con otra que tenga fortalezas como crecer bien a altas temperaturas o resistente a enfermedades.
A partir de ahí, los investigadores crean hijos, conocidos como generaciones, y van seleccionando las plantas que muestren un mejor desempeño frente a las características deseadas. Como los cafetos son de lento crecimiento, obtener el resultado puede tardar entre 15 y 20 años.
Durante ese tiempo se tiene en cuenta el resultado del fruto en unos paneles de captación, que son los que permiten evaluar el perfil de la tasa para elegir la mejor. La medición es estándar y cuando se superan los 80 puntos es porque se trata de un café de muy buena calidad. Aunque desde Cenicafé se han vuelto cada vez más exigentes con esas pruebas, por lo que buscan mayores puntajes.
“Desde hace muchos años trabajamos en esa selección, lo que nos permite que cada año podamos ir encontrando plantas que cumplen con las condiciones deseadas e irlas incorporando en las variedades que tenemos. En este momento realizamos experimentos que nos van a permitir entregarle a los caficultores plantas en dentro de 5 años o 10 años”, apunta el director del centro de investigación de la FNC.
Por ejemplo, las variedades con mayor terreno fueron liberadas en 1982 para el caso de “Colombia” y en 2005 para “Castillo”. La segunda es una versión mejorada de la primera, pues es más resistente, tiene mejor calidad de tasa y el tamaño del grano es mayor.
En el mundo hay pocos países con programas de mejoramiento del café como los de Colombia, eso hace que las ofertas de nuevas variedades sean muy limitadas. Mientras que la Federación esté trabajando en el mejoramiento genético desde los años 70.
El lugar hace la diferencia
Colombia tiene diferentes pisos térmicos y condiciones climáticas, lo que hace que la misma variedad pueda cambiar el resultado en función del lugar en que se siembre.
El café tiene la particularidad de que, al ser susceptible al clima, puede dar un perfil de tasa completamente distinto. “Es un rasgo muy positivo para la caficultura colombiana, porque a pesar de que tenemos más o menos las mismas variedades en todo el país, podemos ofrecer cafés de calidades muy diferentes. Eso es algo muy llamativo en los cafés especiales”, enfatiza Gaitán.
En últimas, el tinto que se toma y el café de alta calidad por el que es famoso Colombia es el resultado de tener una planta con muy buena genética en diferentes ambientes, con un adecuado manejo de los caficultores respecto a los fertilizantes y el control de enfermedades y un cuidadoso proceso de beneficio.
Tomado de: www.msn.com