La agricultura urbana puede proporcionar alimentos frescos, generar empleo, reciclar los residuos urbanos, crear cinturones verdes y fortalecer la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático. Además, la agricultura urbana contribuye a la seguridad alimentaria y la reducción del hambre en las ciudades de manera sostenible al permitir una producción de alimentos cercanos, aprovechar espacios subutilizados, utilizar eficientemente los recursos, crear empleo local y promover la educación y conciencia alimentaria en la comunidad.
La agricultura urbana, como su propio nombre indica, es la que se desarrolla en el entorno urbano de la ciudad, aunque también se puede encontrar en terrenos de la periferia no destinados al desarrollo urbanístico e incluye la producción, y, en algunos casos, el procesamiento de productos agropecuarios, pesqueros y forestales. Se trata de una agricultura a pequeña escala que aprovecha los recursos locales disponibles para el autoconsumo, el ocio, la educación y la sensibilización medioambiental, o actividades muy especializadas como viveros de plantas ornamentales, producción de hierbas y plantas medicinales en tejados, entre otras.
En cuanto al terreno, la agricultura urbana puede llevarse a cabo en núcleos urbanos con zonas de tierra libres y edificios sin utilizar, ya sea porque no son aptos para la construcción como, por ejemplo, a lo largo de cursos de agua, ferrocarriles o también en terrenos públicos privados inactivos que pueden tener un uso temporal.
Por ello, han surgido diversos tipos de agricultura urbana como los que te presentamos: Microagricultura: es el tipo de agricultura urbana más extendido. Se practica una escala doméstica en pequeños espacios de la casa (balcón, alféizar, sótano y cocina) o en zonas exteriores (terraza, jardín, patio). Principalmente se cultivan hortalizas, hierbas aromáticas y medicinales con destino al autoconsumo.
Redactado por: Croper