La agricultura urbana es tan antigua como la existencia de las ciudades y se puede encontrar en distintas presentaciones en todo el mundo. Pese a los procesos de urbanización y a los múltiples cambios de estilo de vida que alejan cada día mas las poblaciones de la vida rural, este tipo de práctica está experimentando un renacimiento en el Sur y el Norte global.
Esta actividad es una estrategia efectiva contra el hambre y la pobreza, y deja sus efectos positivos en tiempos de calentamiento global.
El siglo XXI se caracteriza por un crecimiento mundial de la población concentrada en las ciudades. A los habitantes de las grandes ciudades les resulta cada vez más difícil asegurar la disponibilidad de alimentos, lo que supone que la agricultura ha ido desapareciendo por completo de los espacios urbanos, pero no es así.
Cada vez son más los habitantes de las grandes ciudades, de todas las clases sociales, que se dedican al cultivo de alimentos, a la cría de animales y peces, o a actividades relacionadas con la silvicultura. En el sur global, la agricultura urbana está orientada a la subsistencia; los jardines de las viviendas se utilizan en primer lugar para garantizar el abastecimiento básico del hogar.
Se estima que unos 800 millones de habitantes de ciudades de todo el mundo participan en actividades relacionadas con la agricultura, que generan ingresos y producen alimentos. Este tipo de cultivos se llevan a cabo en zonas del centro de las ciudades, en los corredores de salidas de las ciudades y en las periferias.
Un estudio sobre la agricultura urbana en Nairobi indicó que el 32 por ciento de las tierras destinadas al cultivo eran terrenos residenciales privados, el 29 por ciento estaban situadas al borde de las carreteras, el 16 por ciento a lo largo de las orillas de los ríos y el 16 por ciento en otras zonas de propiedad pública.
Eficiencia agrícola de los productores.
La horticultura, que consistente en la producción de hortalizas, ha crecido en las ciudades y en torno a ellas en muchos países en desarrollo. La gran diversidad de especies utilizadas en la horticultura permite obtener productos, empleo e ingresos durante todo el año. Los cultivadores se han percatado de que es posible practicar la horticultura intensiva en pequeñas parcelas, si se hace un uso eficiente de los recursos limitados de agua y tierra.
Además, debido a su breve ciclo, permiten responder rápidamente a las necesidades urgentes de alimentos (diversas especies pueden recogerse de 60 a 90 días después de sembrarlas). considerablemente cuando la producción está emplazada cerca del lugar de consumo.
Los productores urbanos pueden lograr una eficiencia real empleando con fines productivos recursos insuficientemente utilizados, como terrenos baldíos, aguas residuales tratadas, desechos reciclados y mano de obra desempleada.
Fuente: fao.org
Editado por: croper.com