Los elevados niveles de hambre y desnutrición, la carga insostenible y la creciente de actividades humanas sobre la capacidad que tiene el planeta significan un gran desafío para la agricultura; este fenómeno se agrava aún más debido al crecimiento de la población mundial.
Para satisfacer la demanda de alimentos que tienen los más de 9 mil millones de personas que habrá para 2050, y teniendo en cuenta sus probables cambios alimenticios, será indispensable aumentar la producción de alimentos a nivel mundial en un 60%.
Es importante tener en cuenta que, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos, es decir 1.300 millones de toneladas al año, se pierden o desperdician en todo el mundo a lo largo de la cadena de suministro, lo que implica altos costes económicos y medioambientales.
Hay una clara relación entre el crecimiento en la agricultura y la erradicación del hambre y la pobreza; pero al mismo tiempo, la agricultura, que comprende la producción agrícola y ganadera, la pesca y la silvicultura, proporciona ingresos, lugares de trabajo, alimentos y otro tipo de bienes y servicios a la mayoría de personas que viven en situación de pobreza.
Como consecuencia de esto, el crecimiento global del PIB derivado de la agricultura es al menos 2 veces más eficaz en la reducción de pobreza que el crecimiento generado en los sectores no agrícolas, y hasta 5 veces más eficaz que otros sectores en los países de escasos recursos.
El actual crecimiento de la producción agrícola es insostenible, debido a los impactos negativos que tiene sobre los recursos naturales y el medio ambiente. Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, una tercera parte de la tierra agrícola está degradada, el 75 por ciento de la diversidad genética de los cultivos se ha perdido y el 22 por ciento de las razas de ganado están en riesgo.
Más de la mitad de población de peces están plenamente explotadas, y en la última década, unos 13 millones de hectáreas de bosques al año fueron transformadas para otros usos. El desafío global al que se enfrenta el mundo es una creciente escasez y degradación rápida de los recursos naturales, en una época donde la demanda de alimentos, piensos, fibra y bienes y servicios procedentes de la agricultura (cultivos, ganadería, silvicultura, pesca y la acuicultura) están aumentando rápidamente.
En unos años la competencia por los recursos naturales se intensificará. Mientras que la agricultura contribuye considerablemente al cambio climático, también se convertirá en una víctima. El cambio climático reduce la resiliencia de los sistemas de producción y contribuye a la degradación de los recursos naturales. Se prevé que en el futuro se agraven importantemente las subidas de temperatura, los cambios en los patrones de precipitación y los fenómenos meteorológicos extremos.
La creciente circulación de personas y mercancías, los cambios ambientales, y los cambios en las prácticas de producción dan lugar a nuevas amenazas de enfermedades como la gripe aviar altamente patógena o las especies invasivas como la mosca de la fruta tefrítida, que pueden afectar a la seguridad alimentaria, la salud humana y la eficacia y sostenibilidad de los sistemas de producción. Políticas y capacidades técnicas inadecuadas pueden agravar las amenazas y poner a enteras cadenas alimentarias en riesgo.
¿Qué hay que hacer?
Según la FAO, los desafíos mencionados anteriormente dan lugar a cinco principios clave para guiar el desarrollo estratégico de nuevos enfoques y la transición hacia la sostenibilidad:
1. Mejorar la eficiencia en el uso de los recursos es fundamental para la agricultura sostenible
2. La sostenibilidad requiere acciones directas para conservar, proteger y mejorar los recursos naturales
3. La agricultura que no logra proteger y mejorar los medios de vida rurales y el bienestar social es insostenible
4. La agricultura sostenible debe aumentar la resiliencia de las personas, de las comunidades y de los ecosistemas, sobre todo al cambio climático y a la volatilidad del mercado
5. La buena gobernanza es esencial para la sostenibilidad tanto de los sistemas naturales como de los sistemas humanos
Trabajar la tierra, preservando la perdurabilidad de los ecosistemas productivos es el objetivo de la agricultura ecológica, biodinámica, permacultura y producción integrada; estos cuatro modelos han surgido como respuesta a la agricultura intensiva convencional y sus graves impactos ambientales.
Uno de estos impactos, y al que no se le ha prestado atención hasta ahora es la caída drástica de insectos en los cultivos y en todo tipo de hábitats. Los insectos están en la base de la cadena trófica; es decir, sin ellos no se pueden producir alimentos
Agricultura ecológica: la agricultura sostenible con regulación europea
La agricultura ecológica es el modelo de producción sostenible más conocido, de hecho, es la base de los demás modelos. Sus características principales son las siguientes:
- Solo se pueden usar prácticas de cultivo que preserven la biodiversidad del suelo y prevengan su compactación o erosión;
- No se pueden usar (salvo casos muy excepcionales) fertilizantes ni fitosanitarios de síntesis química.
- Para mantener la fertilidad hay que hacer rotación de cultivos y aportar materia orgánica.
- Las enfermedades y malas hierbas se previenen recurriendo a enemigos naturales de las plagas y usando técnicas de cultivo idóneas para estos fines
Agricultura biodinámica: la agricultura sostenible antroposófica
La agricultura biodinámica, como la ecológica, aprovecha y respeta el funcionamiento natural de los ecosistemas productivos en cuanto a la interacción entre vegetales, suelo, nutrientes, microorganismos y animales.
A la práctica, el rasgo más distintivo de la agricultura biodinámica es que favorece la fertilidad del suelo usando unos compuestos propios. Se preparan a base de ingredientes animales y vegetales, a lo largo de meses y teniendo en cuenta las influencias cósmicas cambiantes.
Estas influencias, las de todos los planetas, también determinan los momentos de siembra, laboreo, tratamientos y recolecta; en el resto de modelos agrícolas, incluyendo el convencional, se suele tener en cuenta solo la influencia de la Luna para llevar a cabo estas tareas.
Permacultura: la agricultura sostenible, eficiente y eficaz
El término permacultura es una contracción de permanente y agricultura. Por lo tanto, semánticamente es un sinónimo de agricultura sostenible.
La permacultura fue inspirada, en Australia, por la observación de las abundantes y fértiles interconexiones en el ecosistema de una selva. La idea es amoldarse al máximo a la naturaleza, tal como lo han hecho las culturas indígenas de aquel continente con éxito durante siglos; se sostiene que así se obtendrán los sistemas más eficientes, eficaces y sostenibles.
Los principios básicos son:
- Observar la zona donde hay un cultivo para identificar los elementos y seres vivos que conviven en él en cada estación.
- En el cultivo, diseñar la disposición de estos elementos para facilitar las interconexiones entre sí.
- Usar elementos para más de una función, sacando el máximo provecho de las interconexiones.
- Cumplir cada función mediante más de un elemento, para incrementar la seguridad en caso de fallo.
- Hacer el mínimo esfuerzo para obtener el máximo rendimiento.
- Aprovechar la energía o recursos que brinden gratuitamente los flujos naturales, como por ejemplo variaciones en pendiente o en temperatura.
Todo esto en combinación con las técnicas agrícolas de la producción ecológica.
La permacultura se usa más en huertos domésticos o fincas pequeñas o medianas que en grandes extensiones de cultivo. No existe ningún sello para identificar alimentos procedentes de una explotación regida por los principios de la permacultura.
Producción integrada: un modelo que se queda muy corto
La producción integrada surgió en los años noventa, cuando ya se habían acumulado muchas evidencias del riesgo que supone la agricultura convencional para la sostenibilidad productiva del campo. En concreto se vieron los efectos perniciosos a largo plazo de los pesticidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos, que se han usado de forma indiscriminada y sin límites cuantitativos durante décadas.
La agroecología: hacer sostenible la agricultura sostenible
Usar técnicas agrícolas que preservan la fertilidad de las tierras es imprescindible para una sostenibilidad alimentaria completa, pero no es suficiente.
Es necesario, además, que el modelo agrario se encuentre enmarcado en todo un sistema integral en el que las vertientes social, laboral y comercial están concebidas de forma coherente y sinérgica con la sostenibilidad agrícola, y ello en términos no solo ambientales sino también humanos y económicos. Esta es la idea que hay detrás de la agroecología. Es un concepto menos conocido pero que, si pensamos en el futuro, es más determinante que la agricultura sostenible en sí misma.
Fuente: Fao.org
Editado por: Croper